Monedas Rechazadas
Lo que pudo ser
Atiborrado entre las más de 30 cajas desordenadas y sin catalogar que conforman la obra gráfica de Dicken Castro, doy inicio a este viaje alrededor del pensamiento y producción artística del papá del diseño gráfico en Colombia. Cajas y carpetas, contemplarlas es una tarea agotadora pues implica revisar uno a uno estos archivos que carecen de inventario o registro digital, se torna en una aventura el abrir carpetas y dejarse sorprender por su contenido, cada caja guarda en su interior bocetos, planos, dibujos, colores y pruebas de los más de 240 proyectos en los que Castro trabajó toda su vida y junto a estos, manuales finales, cartas y libros de bocetos de proyectos reconocidos. Seguramente el lector se habrá encontrado en su vida con un diseño producido por este artista, el viejo logo de Colsubsidio, el DANE, COMPENSAR, etc. Son solo algunos ejemplos de la producción gráfica de Castro y su intromisión en el imaginario visual de Colombia a finales de siglo. Sin embargo, no existe otro trabajo que haya tenido mayor alcance y visibilidad que el diseño del anverso de la antigua moneda de 200.
Acuñada y puesta en circulación en 1994, esta moneda fue el resultado de un cambio en la economía del país, el Banco de la República trataba por todos los medios posibles de inyectar más flujo económico a un país que sufría los efectos inflacionarios de inicios de los 90’s. Así pues, el reemplazo del papel por el metal, generaba una mayor facilidad para tranzar mercantilmente y ajustaba la mente del consumidor a la subida de precios. Por ejemplo, a diciembre de 1993, “con 500 pesos, puede comprar una libra de papa, media de arroz y 100 pesitos de hueso pelado” según Edilberto Tocarruncho, entrevistado por El Tiempo al respecto de la introducción de las nuevas monedas en ese año. Para la fabricación de este nuevo dinero, fue lanzado un concurso para la creación de los motivos que aparecerían en esta nueva familia numismática. Si bien no sabemos que artistas participaron de dicho concurso, tenemos la certeza que David Manzur y Dicken Casto participaron y ganaron, el primero con la moneda de 500, el árbol Saman de Guacarí, Valle del Cauca y el segundo con sus diseños para la moneda de 200 y 1000.
Ambos diseños de Castro recogen motivos precolombinos encontrados en la producción del Maestro Antonio Grass. El anverso de la moneda de 200 pesos representa un huso tradicional Quimbaya con el cual se hilaban lanas y fibras naturales, y la moneda de 1000 en su anverso lleva el diseño de una nariguera Sinú. Puestas en circulación hace ya casi 15 años, las monedas aún hoy permanecen en la economía colombiana y lentamente son reemplazadas por la nueva familia que conmemora los recursos naturales y patrimoniales del país en sus diseños. Si bien estos motivos fueron seleccionados, no sabemos a ciencia cierta la razón, sin embargo, podemos ver una pequeña muestra de lo que pudo ser gracias a la colección del Archivo de Bogotá sobre Dicken Castro.
Monedas Rechazadas, un título que aparece en un sobre blanco en medio del caos documental del Archivo de Bogotá, y en su interior, muchos dibujos y bocetos de este concurso impulsado por el Banco de la República. Motivos de la cultura Tolima, Quimbaya, Sinú, Tumaco, entre otras, una colección de arte precolombino transformado en monedas, que hablan del interés claro de Castro para incluir a estas culturas dentro de la economía colombiana, por decirlo de algún modo. En el documental Dicken Castro en la memoria, el artista hace una referencia breve a este proyecto y habla sobre los tres motivos presentados al concurso, dejando ver su preferencia por uno de ellos, “La Mano Tumaco me ha impresionado enormemente, porque en la palma está una espiral que representa un poco el pensamiento que se transmite a través de los dedos y se produce una obra de arte. Castro mismo pasa de largo a las aves Quimbaya y a la nariguera Sinú, sus otros dos diseños finalistas del concurso, y, aun así, fueron estos últimos dos los elegidos para la fabricación de las monedas. Vaya suerte.
Cualquiera pensaría que Castro simplemente hacía un recorrido visual de motivos precolombinos y seleccionaba el más apetecible para la ocasión, tanto así que en julio de 1994 fue acusado de plagio en una carta publicada por El Tiempo, a la cual castro respondía con argumentos y soportes que comprobaban su autorización para usar dicha imagen tomada del libro Animales Mitológicos de Antonio Grass. Castro no solo apreciaba la belleza estética de estos motivos, además de estudiarlos visualmente, recurría a textos que explicasen su simbología, diseño o uso durante el periodo de vida de aquella cultura. En la colección de cajas, se encuentran apuntes, copias y bocetos tomados de Orfebrería y chamanismo; un estudio iconográfico del Museo del Oro. Hojas sueltas con apuntes que luego Castro traduce al diseño plasmado en la propuesta para la colección de monedas. Resulta más interesante ver el proceso de estas monedas, las no contempladas, las rechazadas, que los diseños finales y planos en las monedas. (Ilustración 2) En estas, se ve una riqueza temática, una investigación profunda de los diseños, se denota el interés en la Guaquería y en el viaje, en encontrar algo que representase Colombia. Cóndores, aves, oro, pecheras, cerámica, este es un vistazo al mapa mental de Dicken Castro sobre las culturas precolombinas en el país.
Es difícil sino imposible, encontrar un patrón, relación, o razón para la pre-selección de estas imágenes, Castro no trata de delimitar o definir la identidad de la Colombia precolombina poniendo una cultura encima de otra, explora diversos motivos y los pone al mismo nivel de importancia, Castro busca crear una familia de monedas que representen a este país antes de la llegada de los españoles, una tierra pluricultural y de fronteras cambiantes. Este concurso si bien es una estrategia para calmar las fauces de una crisis económica, también es una herramienta de representación nacional, es una imagen reivindicatoria del territorio y una demostración de lo que se habla en el país.
Cada familia de monedas cuenta una historia, las nuevas abaratan costos de producción mientras hablan sobre la biodiversidad nacional, y las antiguas, frenan el proceso inflacionario mientras hacen un homenaje a las culturas precolombinas del país. Esto lo entiende muy bien Castro cuando diseña estas monedas, y con respecto a la producción precolombina decía “que todo este acervo pertenece a la cultura mundial y, cada vez que se utilice, será un homenaje a la capacidad de diseño que tenían nuestro ante pasados.” Así, Castro usa literalmente estas expresiones tal y como se encuentran en crudo y las plasma para el concurso, presenta un homenaje a estas culturas imprimiéndolas en las propuestas que presenta. Si bien no todas fueron aceptadas, Castro sabe que no presentará un diseño que se salga de estos límites históricos que el mismo se ha impuesto. Sin embargo, Manzur y la muerte del Samán de Guacarí nos quitaron la oportunidad de tener una familia de monedas precolombinas, con tres motivos y valores distintos, y poder haber comprado pan con la mano Tumaco impresa en nuestras mentes.
Lista de referentes:
Castro, Dicken. 1990. Forma viva: El oficio del diseño. Bogota, Colombia: Escala Fondo Editorial.
Chaves, Tomas (productor). (2010). Dicken Castro todo, todo el tiempo [cinta documental]. Colombia: Alcaldía Mayor de Bogotá. Archivo de Bogotá.
Hoy, monedas de 200 pesos. 1994. El Tiempo, Bogotá.
Piezas visuales en el Archivo de Bogotá. Toda la colección de Dicken Castro.
Proyecto jubilaría a los billetes actuales. 2011. Portafolio. Bogotá
Vargas, Maria José (productora) y Rodríguez, Ximena. (directora). (2001). Dicken Castro en la memoria [cinta documental]. Colombia: Señal Colombia Archivo.
Descripciones de las familias de monedas. Banco de la República. Consultado en marzo de 2018